Un día muy extraño

          Comenzó con mucho tráfico. Supongo que porque hoy es “aniv. dela rev.”, quien sabe que sea eso pero en el calendario dice así. Un maestro me contó conocer a un niño llamado así, nacido un día como hoy, en Chiapas.
          La revolución la festejamos el lunes, se hizo puente y toda la cosa. ¿Entonces porque carajos hoy son los desfiles? Por ellos me imagino que había tráfico.

          Mi primera clase de hoy es Sedimentología, osea el estudio de piedritas, pero pequeñas, muy pequeñas, pequeñísimas, de unas 100 micras. A la cual no tengo que ir ya, porque ya la exenté a pesar de ser tan aburrida. Entonces en la mañana pude hacer lo que tenía que hacer en la tarde para la escuela.
          Teniendo un poco de tiempo libre decidí tratar de ayudar a Ti’ana que ha estado saliendo los últimos dos días a las 5 pm.

          Pero antes tenía mi segunda y última clase, Filosofía de la Ciencia y la Tecnología. A la cual el profesor puede llegar justo a tiempo y cerrar la puerta (y no entra nadie más) o llegar 70 minutos tarde (a una clase de 90) y dejar tarea. Lo odio, lo único bueno es que como todos llegamos a tiempo y tenemos que esperarlo, hasta cuates nos hicimos.
          Es extraño llegar al salón y saludar a compañeros que sólo ves en esa clase porque ellos estudian otra ingeniería, pero ellos te dejan entrar a su círculo por que no son mamones como los geofísicos. Hoy, una chava muy chaparrita y de rostro tierno me preguntó si le podría decir un lugar donde jugar D&D, ya que ella hace 10 años aprendió en una convención de comics y le encantó, pero nunca ha vuelto a ver el juego hasta que se enteró de mi.
          Se enteró de que yo lo juego porque hace un mes, en está clase el profesor nos pidió llevar algo que para nosotros represente la máxima libertad. Pues para mi es D&D, que es donde yo creo la historia y puedo hacer todo lo que yo desee, tambien mis amigos pueden ser lo que ellos quieran. Además se necesita tiempo LIBRE para jugarlo ¿Qué otra cosa puede representar mejor a la libertad? Algunos compañeros dijeron que un viaje en globo, pero ellos no pueden imaginar lo que se siente visitar el plano del Aire, el Astral o el Limbo.
          Bueno, pues ahí me tienen invitando a la chava a jugar roll para 5 minutos después platicar con mis compañeros sobre tocho (ella venía con un ojo morado) y quejarnos amargamente del profesor. Es extraño para alguien tan antisocial.
          Que por cierto ella, la cual no me gusta en lo más mínimo, es una de esas joyas raras como mi Ti’. Ella juega tocho, le gustan los juegos de video (aunque dice no ser muy buena pero que lo intenta), estudia ing. en computación, habla de autos y le gustan los Porsche.

          Cuando salí de la clase, decidí ir a la oficina de Ti’ana a ayudarle en vivo y más rápido, en vez de por internet, para que ya no saliera tarde. Por internet le había dicho y, según yo, me había entendido. Pues no, cuando llegué a su oficina tuvo que correrme de ahí, porque no le puedo ayudar como quisiéramos.
          Yo había entendido lo que quise cuando se lo propuse por internet.
          Algunos dicen que me explota, pero no, ella me mantiene y yo me la paso echando la hueva. Yo quería ayudarle y se que puedo ser más rápido que sus compañeros, a los cuales también quería conocer.

          Pues lo único que pudo hacer fue llevarme a la parte de atrás, donde tienen su cocina, para que no me viera su jefe. Y aquí estoy. No le he podido ayudar porque su jefe le llama a juntas por lo que no está en su computadora.
          Al menos estoy más cómodo que en mi escuela, es un lugar tranquilo y solitario. La verdad es que es un bonito lugar, pero no dejo de sentir que desperdicio el tiempo al no ayudarle.

Cambios

          Mi vida no pudo haber cambiado más, el último año.

          Se cree que cuando uno tiene auto debe de tener dinero. Pero no es el caso de Ti’ana y yo, mas bien lo que tenemos es suerte y a nuestras familias. Fue por la familia de ella que obtuvimos a Mati y por la mía que no pagamos renta del depto donde vivimos. Esas son las dos cosas que revolucionaron nuestra vida en cosa de dos meses (hace un año).

          En un principio, gracias al auto, el primer mes salimos 4 o 5 veces por la noche a fiestas, conciertos, etc. con toda la comodidad de que tu auto te espera a la salida. También visitamos a los cuates, les dábamos aventón y nos la vivíamos en el auto del tingo al tango.
          Eso fue hasta que nos cambiamos de casa y ahora vivimos a 40 km de la escuela, el trabajo, la familia y los amigos. Ahora tenemos que pensar que a la salida de cualquier cosa, tenemos que movernos por toda la ciudad.

          Tiene sus partes buenas y las malas:
          Salimos a las 5:10 de la mañana de casa y tardamos alrededor de 50 minutos en llegar al trabajo de Ti’ana, con todo y que pasamos por su compañera Dora. Y lo más increíble es que ya hay gente, y mucha: los peseros y el metro vienen hasta la madre y Zaragoza ya está lleno. Si acaso salimos 10 min más tarde, se hace casi hora y media (en vez de 50 min) de trayecto. Antes, cuando vivíamos con mis padres, encendíamos el auto a las 5:58 para llegar 6:08 a su trabajo.
          De regreso es otro pedo totalmente. El tiempo puede variar de una hora y cuarto a dos horas. Pero con la época de lluvias, en La Paz todo se inunda (hasta metro y medio de altura) y se enloda. Además por todos lados hay construcciones y nosotros tenemos la grandiosa suerte de atravesar SEIS obras. Bueno, pues ha habido 3 o 4 días en que hemos hecho hasta CUATRO HORAS. Afortunadamente ya acabaron una obra, que era la que más nos afectaba.
          Pero realmente lo peor es que estamos lejos de los cuates y ya no nos visitan. Y no los culpo, al menos han hecho el intento y si han ido unas cuantas veces. Pero extrañamos las visitas de Dox, siempre le atinaba a llegar en el momento en que se comenzaba a poner candente entre Ti’ y yo. Aesir pasaba al menos una vez a la quincena también. Cuando nos reuníamos era súper fácil vernos.

          Aunque la verdad es que no todo es malo, de hecho estamos más felices a pesar de todo:
          Kiba tiene más espacio, ella fue la más beneficiada, de hecho no perdió nada.

          Todo lo tenemos ordenado a nuestro antojo, la cocina y el refri siempre limpio. Dejamos de pelear con mi familia y ya no nos enteramos de todas las tonteras que hacen. Tenemos una lavadora siempre a nuestro servicio sin ropa de hace 15 días en ella. Tal y como predije nuestros problemas eran causados en un 80% por mi familia.
          Mati se estaciona a dormir a unos 15 metros y si necesitas ir por algo es de boleto.
          En el auto, podemos platicar y oír música. Aunque cuando me siento mal o ando de malas por el tráfico hasta odio conducir. Pinches conductores, no sólo los microbuseros y taxistas son unos idiotas.
          Ti’ana puede cocinar todo lo que queremos. Ella cocina muy rico, desde unas enchiladas con jamón y queso; unas lentejas con tocino, salchicha, jamón; carne; filetes de pescado; quesadillas con hongos hasta todo tipo de ensaladas. Yo odiaba las ensaladas y ahora me gustan las que ella me prepara:


          Esta es una muestra, es un tazón de 45 centímetros de diámetro aproximadamente y ella lo llena de ensalada para nosotros dos... y se acaba muy rápido.

          La verdad es que una vez que llegamos a nuestra casa todo es paz y felicidad. Nada como un hogar con dos gatas hermosas y, desde el viernes pasado, un gato...

Demasiadas opciónes: Protectora Nacional de Animales

          Casi nunca escribo y ahora resulta que ya me hice tres post del mismo tema. Bueno, solo por platicarle a Pitt y a cualquiera que entre a este solitario espacio, porque todo esto ya no es tan importante como ese sentimiento que tenía atascado el otro día.

          Fuimos a una perrera, la Protectora Nacional de Animales. Tienen unos 15 perros y varios gatos a su cuidado y se encuentran en Pirineos 120, col. Portales, Benito Juarez, Mexico D.F.
          Todo esto empezó porque Pedigree, para el cual trabaja Ti'ana, hizo una campaña para impulsar la adopción de perros de la calle. Ellos donaron comida a los albergues y han hecho mucha promoción a los perros.

          Pues describo el lugar y el proceso para quien le de curiosidad y ojalá se interesen:
          Desde vas en el auto, a una cuadra puedes oír los ladridos. Entras y parece una clínica de esas chiquitas de la secretaría de salud, no huele mal y por todos lados tienen posters de conciencia hacia los animales.
          Ahí tienen a los más chiquitos (french poodle, maltez) en jaulas de la mitad del alto de la pared, para separarlos de los de mayor tamaño. En un patio grande dividido en tres tienen a los demás perros, han de ser unos 17 en total. Según los encargados los dividen por tamaño, pero ya viendo bien es más bien por como se llevan (los juguetones, los tranquilos y los dominantes) y hacer que se peleen lo menos posible.
          En los cuartos de la casa, tienen a los gatos. Nosotros sólo vimos los del primer piso, que coincidentemente todos eran negros, pero en el primer piso dijeron que tenían muchos más.
          Los perros son salvados de la calle, por lo que su edad varía del medio año a muchos años. En los gatos no se como, pero tenían desde 2 o 3 semanas.
          Cuando llegamos los estaban bañando con una manguera y se veían muy felices. Entramos al patio y a un lado quedaron tres bastantes grandes que temblaban por estar aun mojados (pero ya bañados). Estaba al lado de esos y no me ladraron, yo estaba muerto de miedo y ellos como si nada. En el patio lo que bañaban jugueteaban entre ellos y se trepaban en los cuidadores.
          Los encargados se ve que los quieren mucho, les hablan, los acarician y saben perfectamente los gustos de los perros.

          Cuando llegas te hacen varias preguntas para saber que es lo que buscas. Eso se lo toman muy en serio porque su filosofía no es sólo dar los perros a quien sea, sino conseguirles una buena casa en la que encajen bien.
          Fuimos con Dora, una compañera de Ti’ana, que buscaba un perro de ciudad para su familia, activo y juguetón, más adelante otro para una casa en Xochimilco que fuera más para guardián. Nosotros le contamos nuestro caso: departamento, nosotros dos y una gata, tranquilo y cariñoso.
          Hay para todos los gustos y te platican como son todos para que veas cual te interesa. Luego, cuando ya tienes algunos favoritos te aconsejan sobre cual te conviene más.
          Si decides adoptar, te lo llevan a tu casa unos días después. Dicen haber ido a Cuauhtitlan o a los Reyes. Hasta ese día te cobran $400 de “donativo”, aunque de todos modos las vacunas te hubieran salido en mínimo $600, o sea que de todos modos es combo. Te lo dan totalmente vacunados y con la seguridad de que aunque esté viejo, no tiene enfermedades. Cuando lo llevan observan el ambiente, que la familia se lleve bien y toman fotos.
          Nos ofrecieron llevar dos perros, para primero entrar con uno y ver si se acomoda, en caso de que no, salir con ese y entrar con el segundo perro.
          En la protectora les ponen nombres que no están tan malos y los perros se acostumbran, pero tu le puedes cambiar el nombre y se vuelven a acostumbrar: nueva vida, nuevo nombre.

          Parece que ya vienen entrenados para orinar cuando los sacas a pasear, porque el que ayer le entregaron a Dora eso hizo. Dice que al poco tiempo distinguió entre los de la casa y los familiares y en la noche trató de dormirse en las piernas de ella. Se llama Remi, como le pusieron en la protectora, Remigio, como le dice Ti’ana.
          A nosotros nos gustó un perro grande naranja y viejo que dijeron encontrarlo el día anterior. Por lo que necesitan observarlo para asegurarse de que esté sano. También una perra negra grande de 8 meses que es tranquila y cariñosa, justo lo que buscamos. Además vimos un gato flaco negro de ojos amarillos de 3 meses, hermoso; un gato de bruja.
          Entonces tenemos 4 opciones: el perro callejero de frente a mi casa, el perro viejo, la perra negra y el gato negro.
          Uf!!
          Sólo se me ocurre hacer una lista de prós y contras.
          El perro callejero nos cae bien, es juguetón y no tiene nadie quien lo cuide, pero no sabe ir al baño y se aburre con nosotros a menos que lo dejemos salir con los hermanos (hasta cuando duren ellos), ya vimos que a Kiba le parece X. ¿Ya mencioné que nos cae bien?
          El perro viejo (ellos le llaman Rex) es hermoso y tranquilo, pero por estar viejo nos va a durar poco.
          La perra negra (ellos le llaman Gorda, iac!) es todo lo que pedimos: cariñosa, tranquila, no es territorial, joven. Perfecta, pero ¿Qué dirá Kiba? ¿Tendremos problemas con la perra callejera que vive frente a nuestra casa? Creo que esa perra (madre de los 3 perritos) distingue entre los perros con dueño y los callejeros que siempre ahuyenta.
          El gato negro es aun mejor que la perra, porque un gato se acomodaría más fácil a nosotros y a Kiba que nada, ya sabemos como son los gatos, nunca hacen fuera de la arena y sobre todo, no hay que pasearlos.

          ¿Qué decidir? ¿A quien adoptar? Incluso tal vez podríamos adoptar al gato y la perra negra.
          Ti’ana en cuanto vio al gato saltó de gusto, casi lo saca de la jaula para abrazarlo. Otra pregunta es: ¿Gab, que tanto quieres un perro?

          Tantas opciones…

Anexo (del post anterior)


          Ayer que regresamos a casa vimos al perro. Estaba jugando con sus dos hermanos y dos perros de casa (de unos vecinos).
          Se veía tan feliz.
          Se correteaban y lo vi morder la cola de un perro casero.

          Ti’ana y yo nos pudimos acostar y platicar calientitos con nuestra gata ronroneando. El perro esta más que feliz. ¿Entonces porque aun quiero tenerlo?
          Quisiera que durmiera calientito en su cojín, que pueda comer todo lo que debe (una tasa y media de croquetas al día, según la etiqueta) y no corra el peligro de que cuando los vecinos se harten de ellos se los lleven “a dormir”.

          Ti’ sigue enojada, pero es muy buena conmigo y aun le queda un poco de paciencia para mí. Me dice que lo volvamos a intentar en algunas semanas, cuando este más libre de la escuela, o mejor aun, en vacaciones. Que le tengamos más paciencia para que aprenda a orinar.
          Y ¿podrá jugar con sus hermanos? Eso solucionaría su aburrimiento, pero ¿no con eso se llenará de pulgas? ¿Cuánto dura la inmunidad que dan los insecticidas para eso?

          No se, quiero oirla a ella antes que nada. Tal vez lo mejor es no moverle. Apenas y puedo cuidar de mi mismo y una planta. Dentro de algunos años será.

          No se

Fin de semana para… olvidar


          Ando triste. Es algo diferente a cuando te deprimes y no quieres salir de las cobijas. No esto es algo que te duele en el corazón cada que tu mente se queda callada.
          Quisiera contarle a alguien, pero mi mejor amiga esta enojada conmigo (y me lo merezco), no sabría a cual amigo contarle (desventajas de tener una decena) y a Dios, aunque quisiera reclamarle, la verdad es que tengo una buena vida y él no tiene nada que ver en mis tonteras.

          Desde hace poco me surgieron las ganas de tener un perro.
          Siempre veo a Ti’ana tan acoplada a Kiba: platican, duermen juntas y se quieren mucho. Es lo más parecido que se puede a verla con su daimonion. A Kiba le gusta más jugar conmigo, pero sólo es porque yo si me dejo rasguñar (entiende perfectamente que Ti’ana es más delicada). Y aunque Kiba siempre nos busca a los dos, odia que nos peleemos (ni en juego) y se encaja siempre entre nosotros, la verdad es que se lleva mejor con Ti’ana.
          Yo quisiera algo similar, pero obvio no puedo tener un lobo, aunque nada me impide tener un cachorro de lobo, alias “un perro”.

          Hay una perra callejera que usualmente está frente a mi casa y mis vecinos la alimentan. No es agresiva con nosotros, de hecho es muy tranquila y siempre se quita de mi camino. Pero cuando van por ella los de la perrera, se pone muy agresiva e inclusive en una ocasión que la tenían acorralada, saltó del segundo piso para librarse de ellos.
          En varias ocasiones ha tenido cachorros y se los van llevando (quien sea) hasta que viene la perrera y se lleva todos (excepto a la perra). Esta vez tuvo tres que ya tienen 2 meses. De los cuales hay uno que aunque no es el más bonito, si es el que es más juguetón y se nos acerca cada que pasamos por ahí.

          Lo pensamos, lo pensamos y lo volvimos a pensar, hasta que ganaron mis ganas del perro y decidimos agarrarlo. Lo bañamos, le quitamos las pulgas y lo pusimos en cuarentena de una noche antes de acercarse a Kiba y Ti’ana, me encerré con él y pasamos bastante bien la noche. El perro estuvo muy tranquilo y Kiba lo miraba con sólo un poco de miedo.
          A la mañana siguiente todo pintaba muy bien. No dormí bien por darle cariño y hasta las 8 de la mañana pude acostarme en mi cama a dormir un poco: abrazando a Ti’ana, Kiba entre los dos, con cobijas calientitas y el perro… me duele decir el nombre… el perro en un “cojín para perro” que compramos, durmiendo tal vez tan cómodo como nunca. Yo sabía que, en cuanto se despertara, todo iba a acabar porque tendría que perseguirlo para enseñarle donde hacer del baño.

          Pues eso fue todo el día. Me la pasé vigilándolo, nunca pude prever su graciosada y en cuanto veía el charquito lo espantaba con un golpe a un lado, lo cargaba a una esquina en el patio y trataba de convencerlo de hacer ahí. Ese fue el consejo de mi hermana que tuvo sus perros desde la semana de nacidos. Todo el día lo vigilé, hice eso y nunca me di a entender. El pobre perro estaba regañado en una esquina sin saber ni que hizo mal y luego corría a su cojín a dormir, casi como un niño deprimido que lo mandan a su cuarto.
          Cada vez yo estaba más frustrado, no sentí ningún avance y el perro sólo quería dormir y me miraba muy triste. Si lo dejaba dormir, en la noche iba a estar despierto y orinando. Aunque orinaba en el suelo y no sobre cosas, pasa por ahí, se moja las patas y lo esparce por toda la casa. Entonces debía mantenerlo despierto para que durmiera en la noche, al día siguiente lo encerraríamos hasta nuestro regreso sin importar cuanto chillara en el día, ni modo.
          El es muy juguetón, en la calle se la pasa corriendo y peleando con sus hermanos. Cuando yo lo despertaba, jugaba un poco y se aburría de mí. Kiba lo miraba desde la cama o el sillón, curiosa pero sin el más mínimo interés en jugar, aun cuando él le ladraba moviendo la cola. De ella no obtuvo la diversión que necesitaba y yo no estoy como para hacerle tanto circo. Por aburrido y deprimido se la quería pasar durmiendo. Infeliz
          La tercera cosa fue que por pelar al perro, no pude estar con Ti’ana. Llevo varias semanas con mucha tarea y la tengo muy descuidada (ella que es como una rosa). La extraño. Y el perro no me dejó hacer nada con ella. Ella solita lavó ropa, cocinó, dobló ropa, vio tele. Yo ni siquiera pude platicarle historias como usualmente lo hago, sólo estuve, como un vago, jugando con el perro. Para el final del día ella estaba muy enojada conmigo.

          Y esque ella me lo advirtió. Ella también quería un perro pero sabía que nos causaría muchos problemas: Necesita demasiada atención, cuesta mucho más dinero que un gato, come mucho más que un gato, son sucios, ladran fuerte, desean jugar mucho, los tienes que estar sacando a pasear y por eso pueden traer pulgas.
          En cambio Kiba se acopla tanto a nosotros: duerme en nuestras piernas, nos busca y se acurruca cuando vemos tele, odia salir de casa, platica mucho, se da a entender cuando necesita algo (cuando no, es porque nosotros somos muy tontos y no le entendemos), entiende perfectamente cuando hace una travesura y NUNCA se ha orinado fuera de su arena (ni cuando dejé su caja sobre un mueble inaccesible por 3 días). Así como estamos somos una familia feliz, ¿para que más? me decía Ti’ana.

          Maldito seas Gabriel. ¿Por qué nunca le haces caso?
          Yo carezco de sentido común. Soy muy bueno en la lógica y podría ser un buen robot, al menos, cumplo con las 3 leyes de la robótica. Pero no tengo creatividad y nunca noto cosas que para los demás son obvias. De ahí que Ti’ y yo seamos un gran equipo… cuando le hago caso.
          ¿En qué estaba pensando? Acaso creí que el perro iba a ser feliz jugando con Kiba, yo abrazado de Ti’, jugando y contándole cuentos. ¡¡Y además el perro iba a aprender donde hacer del baño en un día!! Sólo falta una florecita en algún lado, tal vez en la mesa.

          Para el final del día yo estaba absolutamente desesperado, creo que nunca había llegado a esa intensidad del sentimiento, el perro aburrido y confundido cada que lo regañaba y Ti’ana pensando en el divorcio. No la culpo, nuestros trabajos apenas y nos dan tiempo de estar juntos (como quisiéramos) y esto es casi como tener un bebe. Fui un necio. Cuando ella explotó y me dijo todo lo que ya me había dicho antes, yo sólo pude llorar. Pensaba en que soy nadie y que no merezco a Ti’ana, en que a mis 26 años sigo peleando con una carrera que para otros no les es tan difícil, en que nunca me funciona mi sentido común y que no oí a mi Ti’. Bueno, todo eso es arena de otro costal.

          Sólo encontré una solución: regresar al perro.
          Sabía que podía hacerlo porque sus hermanos habían venido a buscarlo dos veces, ellos lo aceptarían aun ya bañado. La perra también. Entonces, con el corazón destrozado (y el de Ti’ana) lo agarré del cojín donde estaba dormido y lo lleve a la calle donde dormían sus hermanos. Ellos se emocionaron e inmediatamente los tres se pusieron a jugar. Justo lo que necesitaba el perro.

          De pequeño, en un libro de texto gratuito, leí una historia de un perro que se perdió de sus dueños y se vió en la necesidad de vivir en la calle. Al inicio la gente lo acariciaba y lo alimentaba, más cuando él correteaba a las ratas y las mantenía a raya. Un día, al perseguir a una rata entró a un charco de lodo y se ensució. De una día para otro la gente lo corría por verlo sucio, pensando que estaba enfermo. Dejaron de alimentarlo y ya no lo querían, el perro no supo ni porqué pero su vida de ahí sólo empeoró. Los perros callejeros no están vacunados y lo más probable es que mueran de alguna enfermedad, sino los atropella un auto antes.
          A merced de eso deje a mi querido perro.

          Me merezco este vacío en mí. Con el tiempo pasará. Así como ha disminuido un poco ahora que he escrito lo que pienso.
          Si el Gab de la secundaria leyera esto, lo más probable es que me recomendaría el suicidio. Yo odiaba a los perros y además era la persona más segura del mundo. He cambiado mucho.